martes, 14 de septiembre de 2010

Apuntes sobre la participación de las barrabravas argentinas en el Mundial de Sudáfrica (Por Diego Murzi y Santiago Uliana)

Con la presencia de barrabravas argentinos en el Mundial de Sudáfrica, el fenómeno de las hinchadas volvió nuevamente a los primeros planos en los medios de comunicación. En los días previos al inicio de la competición, la información que llegaba desde Sudáfrica tenía como protagonistas en igual medida a jugadores y a barras. Proponemos retomar a lo largo de este artículo algunas reflexiones desde un punto de vista crítico, que permitan comprender con mayor profundidad algunas cuestiones que hacen al fenómeno del fútbol y la violencia, ofreciendo como posible camino para encauzar el problema, una política que tienda a la inclusión, basada en el reconocimiento y control sobre las prácticas de las hinchadas, hecho que supone esencialmente, mayores niveles de institucionalidad y control estatal.

En las anteriores Copas del Mundo era conocido que existía una “hinchada oficial” argentina, conformada por barras de distintos clubes[1]. Sin embargo, los medios económicos que utilizaban para subvencionar viajes y estadías no eran cuestión pública de debate en los medios de comunicación, aunque se intuía que provenían de actividades similares a las que llevaban adelante en sus respectivos clubes, tales como: ayuda de los dirigentes, aprietes a los jugadores, “sorteos” de camisetas cedidas por el club u otras actividades en el margen de la legalidad, habituales por cierto en todas las barras de Argentina como fuente de ingreso de dinero.

En este Mundial Sudáfrica 2010, en cambio, la pregunta de por qué los barras tuvieron respaldo económico, jurídico y simbólico para presenciar el máximo evento deportivo del mundo, apareció en primer plano, tanto en los medios de comunicación como para el gran público. Por ello surge un primer interrogante:

¿qué es lo que ha cambiado para que ahora el viaje de este grupo de personajes irrite tanto al conjunto de la sociedad y se haya convertido en un tema de cabecera en la agenda de los medios?

En primer lugar, hay que mencionar que hemos estado asistiendo a un cambio en cuanto a la visibilidad del fenómeno: nunca los mecanismos sobre los que se montan las barras bravas habían sido tan notorios ni tan mediáticos, ni la red de relaciones non sanctas en la que se mueven había sido tan explícita como en estos días. Tampoco puede dejar de soslayarse que la tragedia de las muertes en el fútbol constituye mercancía periodística, y en tanto tal vuelve con recurrencia a las pantallas televisivas, micrófonos radiales y páginas de los diarios. La violencia en el fútbol es un tema que para los medios de comunicación porque “vende”.

En este sentido, tanto antes como durante el Mundial, un sensación invadió al espectador, sintetizada en la siguiente frase: “las barras poseen una impunidad total”, y el ejemplo mayor de este sentimiento fue sin dudas que un hincha procesado como Pillín Bracamonte pudiese viajar a alentar al seleccionado, autorizado por un fiscal que le extendió el permiso para salir del país el mismo día que el barra viajaba. Para peor, el propio Bracamonte como algunos otros barras, fueron deportados luego por la policía sudafricana, dejando en evidencia que la inacción de las autoridades argentinas es absolutamente premeditada.

Otro elemento que despertó la ira del público a partir de las interpretaciones de los medios de comunicación: fue específicamente la relación de las barras con el Estado Nacional, cristalizada en el colectivo de hinchas denominado Hinchadas Unidas Argentinas (HUA).

Desde su conformación, HUA ha levantado polémicas, tanto por los fundamentos de su existencia como por sus fuentes de financiamiento. Si bien el Gobierno Nacional nunca apoyó explícitamente a la organización, en muchas de las tribunas de los clubes a los que pertenecen barras de HUA aparecieron banderas con leyendas a favor de la gestión kirchnerista y de apoyo a la desregulación televisiva del fútbol. El objetivo de HUA fue desde un primer momento organizar el viaje de sus integrantes al Mundial, y a tal punto se lo tomaron con seriedad, que en febrero de este año tres de los cabecillas de la ONG viajaron a Sudáfrica para conocer la sede donde se alojaría la delegación. Como anécdota queda la promesa de realizar trabajo comunitario construyendo viviendas, que hecha públicamente el día de la fundación de HUA.

La vinculación de barras con gente allegada al Gobierno Nacional generó una rápida identificación entre ambos actores, y si bien hubo intentos de ambas partes por desligarse de la relación, a ojos de todos HUA quedó como “la barrabrava kirchnerista”. Esta relación marca un hito en el historial de reconocimiento de las barras: es la primera vez que desde el Estado se les brinda apoyo y financiamiento a las hinchadas.

Esta alianza entre las barras y grupos políticos ligados al gobierno generaría fuertes críticas y un sentimiento de indignación general. Sin embargo, esta indignación tanto del público como de los comunicadores mediáticos tiene una explicación, en primer término y en parte; la opinión pública no puede concebir que actores no institucionalizados se encuentren en lugares centrales de la “representación nacional”, esto se reflejaba claramente en la frase oída en más de una oportunidad durante aquellos días que afirmaba:“mirá como nos están haciendo quedar esos delincuentes”.

Ver a los barras en el Mundial generó un sentimiento de fuerte rechazo, pues según la visión generalizada, han alcanzado esa posibilidad de participar a partir de medios moralmente dudosos como la violencia, la delincuencia, la corrupción o situaciones de impunidad y vagancia. En la visión generalizada producida desde los medios de comunicación, todo esto es alcanzado por los barras por intermedio de formas no legítimas asociadas de la vida institucional, relacionadas con situaciones de corrupción, negociados y violencia.

Tras estos argumentos, se esconden elementos fuertemente discriminatorios sobre quienes pueden viajar y quienes no deberían hacerlo, que obstaculizan una visión más profunda del problema de la violencia y por ende la imposibilidad en la búsqueda de soluciones más efectivas y democráticas.

A modo de conclusión consideramos que resultaría necesario, remarcar la necesidad de repensar el lugar que las barrasbravas ocupan en tanto actores dentro del universo del fútbol argentino. En este sentido, la negación sobre su participación y la racionalidad de sus prácticas, supondría no poder observar el punto central del problema y recorren una camino que excede y contiene al fútbol que es el de prácticas de exclusión social. Esta visiones livianas y cargadas de prejuicios y odios ancestrales y de clase, que se traducen en la siguiente pregunta; ¿alguien podría cuestionar la racionalidad de un grupo de personas que, pese a ser enemigas, acuerdan reunirse con un año de antelación para preparar un viaje en conjunto, como hicieron a través de HUA, y que finalmente logran su objetivo? ¿Sería correcto seguir tildando de “violentos por naturaleza” a personas que pueden elegir no utilizar la violencia por un período prolongado aunque sea como una circunstancia o un medio para de esa forma llegan al fin que anhelan?

Estas preguntas apuntan a un hecho que parece haberse pasado por alto: la conformación de HUA, supuso la necesidad de un vínculo estrecho y exento de agresión entre los barras de diferentes equipos por lo menos durante cierto lapso de tiempo (sin idealizar y desconocer que existieron tensiones y situaciones de violencia). Reunidos en esa organización, los hinchas compartieron a lo largo de un año numerosas reuniones, se comunicaron entre sí, decidieron pasos a seguir, se movieron en grupo; en definitiva, se socializaron. Recordemos que esos hinchas representaban a cerca de 50 equipos de todas las categorías del fútbol vernáculo, muchos de ellos enfrentados a muerte casi cotidianamente por sus rivalidades constitutivas ancladas fuertemente en componentes territoriales y barriales. Muchos de los hinchas que semana tras semana se pelean, se insultan, preparan ataques, venganzas, emboscadas, se discriminan y estigmatizan y cantan cantos agresivos hacia otros hinchas, son los mismos que se reunieron para viajar juntos al Mundial.

Breves conclusiones sobre caminos a seguir

Como conclusión y a modo de propuesta, sostenemos que no será acaso la incorporación más institucionalizada de las barrasbravas al fútbol, con un mayor y permanente control estatal, similar en parte al modelo de las Torcidas Organizadas brasileñas, un camino a seguir para encauzar y generar así una disminución real de los niveles de violencia en nuestras canchas.



[1] Ver al respecto “La Doce, la verdadera historia de la barra de Boca”, Gustavo Grabia, 2009.

jueves, 19 de agosto de 2010

Propuestas para la prevención de la violencia en el fútbol. Por José Garriga Zucal, Verónica Moreira y Juan Manuel Sodo

Numerosos años de investigación académica conociendo a los actores implicados en la problemática de la violencia en el fútbol (grupos de hinchas, medios de comunicación, organismos de seguridad), nos permiten proponer políticas públicas y otras sugerencias para trabajar en la prevención de este fenómeno.

Sobre el estado y sus instituciones:

  • Los organismos encargados de la seguridad en espectáculos futbolísticos (SUBSET, COPROSEDE, etc) deben trabajar sobre la prevención y no sólo sobre la judicialización de la violencia.
  • Prevenir es trabajar a largo plazo modificando los valores de la cultura del aguante-violencia, entendiendo que no existe irracionalidad, salvajismo ni barbarie en la violencia sino parámetros culturales que pueden ser cambiados. La raíz cultural de la violencia no se cambia sólo con leyes y prohibiciones (banderas, pirotecnia, público visitante, etc.) Una cosa es reprimir la violencia y otra muy distinta la construcción intersectorial de eventos deportivos seguros.
  • A través de campañas, planes de acción, capacitaciones y jornadas se puede intervenir sobre la cultura del aguante-violencia que hoy está presente en todos los estadios.
  • Generar las condiciones para visibilizar la legitimidad que actualmente tiene la violencia en los estadios. Ejemplo: trabajar con una campaña que demuestre en que dimensión todos los actores del fútbol hacemos del fútbol un espacio donde prácticas violentas son aceptadas. Sólo formamos parte de las soluciones cuando nos asumimos como parte del problema.
  • Capacitar a las fuerzas de seguridad para la prevención de la violencia en espectáculos masivos. Ejemplo: planificación e implementación de operativos, evacuación de estadios en caso de accidente, etc.
  • Controlar a las fuerzas de seguridad para que ellas mismas no se terminen constituyendo como parte de la cultura del aguante –violencia.
  • Crear un estatuto del hincha en el que se establezcan de manera consensuada entre los sectores (grupos de hinchas, dirigentes, organismos de seguridad, organismos de contralor) las obligaciones y los derechos de los hinchas (es más genérico, inclusivo e interpelador que “espectadores”)
  • Atender a las páginas web, los fotolog y todos los medios en los que se incite a la violencia.
  • Implementar una política homogénea en todo el país para terminar con las decisiones incoherentes que son tomadas por cada comisario, haciendo un feudo de cada estadio.
  • Los organismos encargados de la seguridad en espectáculos futbolísticos (SUBSET, COPROSEDE, etc) pueden y deben transformar las comúnmente llamadas Barras Bravas en organizaciones no violentas vinculadas a la fiesta en las tribunas.

Sobre AFA, clubes y dirigentes:

  • Deben mejorarse las condiciones edilicias, de higiene y seguridad de los estadios (sobre todo los de las categorías de ascenso): sanitarios, bocas de acceso y egreso, salidas de emergencia, iluminación, calidez, estética en general. Condiciones que muchas veces favorecen la producción de acciones violentas.
  • Deben ser claras y justas las sanciones a las instituciones por hechos de violencia y no ser tolerantes según el peso político de cada club.
  • Puede capacitarse a los dirigentes para que no sean ellos mismos (en sus acciones públicas, decisiones y declaraciones en los medios) reproductores de la cultura del aguante-violencia.
  • Generar, institucionalizar sostener lugares, espacios e instancias de participación institucional reglamentados que incluyan a aquellos grupos de hinchas intervinientes en la cultura del aguante-violencia para poder gestionar esos valores en sentidos que resulten más productivos. Por ejemplo: institucionalizar las subcomisiones de los hinchas y que estas sean un espacio de participación.

Sobre hinchas y medios de comunicación:

  • Reconocer en que dimensiones todas somos parte del problema de la violencia y cómo todos tenemos prácticas que legitiman las acciones violentas.
  • Moderar en las páginas web, fotolog y demás las representaciones positivas que tiene la violencia